¡Vivimos en un paraíso de observación!
Por Panamá pasan millones de aves que viajan a todo lo largo del continente. Tenemos el privilegio de vivir en una importante escala del espectacular viaje transcontinental que cada año emprenden las aves migratorias.
Es posible que alguna vez le hayan sorprendido esos “ríos de aves” que se forman allá arriba, en el cielo, entre octubre y noviembre, y en marzo y abril. O tal vez ha visto en los fangales de la bahía de Panamá las enormes bandadas que aterrizan y pasan horas ocupadísimas en alimentarse. Son eventos extraordinarios aún para estudiosos de la vida silvestre. Para los protagonistas es una de las rutinas de su vida. Cada año, muchísimas especies de aves dejan los lugares en donde se reproducen en Norteamérica y migran hacia Suramérica a pasar el invierno del norte en territorios que les brindan más posibilidades de alimentarse y mejores temperaturas. Algunas salen de Alaska y llegan hasta Argentina. El vuelo de ida y regreso se extiende sobre aproximadamente 20 mil millas.
En Panamá se han hecho conteos de estas rapaces migratorias desde los años 70. El año pasado, instituciones científicas, entidades conservacionistas privadas y públicas, nacionales e internacionales, y hoteles conjugaron recursos y esfuerzos en el programa Rapaces de Océano a Océano. Más de 40 observadores se ubicaron en nueve sitios de conteo a todo lo ancho del istmo de Panamá. El resultado: entre el 4 de octubre y el 21 de noviembre, durante 49 días seguidos, se contaron 3 millones de aves. “Y seguían pasando”, explica una de las personas que participó en esta actividad.
El doctor George Angehr, investigador asociado del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y director científico de la Sociedad Audubon de Panamá, señala que “el programa Rapaces de Océano a Océano producirá información valiosa para la conservación y también para el desarrollo del ecoturismo. Puesto que solo vuelan durante el día y con buen tiempo, estas rapaces migratorias necesitan de un lugar seguro para descansar en la noche y durante los períodos de lluvia”. Angehr explica que áreas protegidas como los parques nacionales Soberanía, Camino de Cruces, San Lorenzo y el Parque Natural Metropolitano les proporcionan un refugio vital ya que los lugares circundantes han sido desforestados.
Panamá se prepara para incursionar en esa línea: cada vez hay más oferta de capacitación para ser guía de observación de aves y el país ha sido incluido en los catálogos e itinerarios de algunas importantes empresas de ecoturismo que promueven destinos “obligados” o “atractivos” para los observadores de aves en todo el planeta.
Playeras: una razón más para cuidar la bahía
La bahía de Panamá es una parada obligada para las aves playeras migratorias. Algunas, como el Playero Occidental y el Vuelvepiedras Rojizo, atraviesan casi todo el continente 2 veces al año. A diferencia de las rapaces, que planean la mayor parte del viaje, las playeras vuelan –agitan las alas– para desplazarse. Algunas alcanzan una velocidad de casi 80 kms. por hora y suelen volar de 48 a 72 horas seguidas sin detenerse a comer, beber o descansar.
Se estima que cada año entre uno y dos millones de playeras se detienen en Panamá durante la migración. Cada día es más importante que las personas comunes y corrientes –no solo las organizaciones que promueven una relación equilibrada con el ambiente o los científicos– garanticen que las bandadas de playeras descansen, se alimenten y se preparen para continuar su viaje en condiciones adecuadas. Además, vale la pena disfrutar semejante espectáculo.
El placer de observar
En Panamá, cada vez más personas se interesan en ese rico mundo de la observación de aves. Camilo Montañez empezó a observar aves desde los 13 años. Fue a una charla de la sociedad Audubon y quedó “enganchado” (para usar uno de los términos de los observadores). Ahora, que anda por los veinte años, lo buscan por internet para que sirva como guía. “Al principio te parece que solo hay gallotes, talingos y palomitas. Pero cuando ves las listas de las aves de Panamá, se te abre un mundo. Puedes observar aves en tu calle, en el patio, en el barrio. Cuando te unes a un grupo de observadores, tienes muchas oportunidades de conocer tu país”.
Fotos: Cortesía de la Sociedad Audubon de Panamá.
Estos son algunos de los muchos enlaces, libros y organizaciones en donde se puede encontrar información sobre Panamá y las aves:
Libros: |
¡Ahí están! Las condiciones atmosféricas más favorables para observar los “ríos de aves”, específicamente de gavilanes, se dan entre las 7:30 de la mañana y la 1 de la tarde. La altura de vuelo de los gavilanes oscila entre 375 y 2500 metros. La velocidad de vuelo varía entre los 25 y 50 kms. por hora y está determinada por las condiciones atmosféricas. Recuerde, entre marzo y abril, y luego entre octubre y noviembre, es la temporada ideal para verlos. ¿Dónde ubicarse? En casi cualquier lugar, pero algunos sitios recomendados son: el Cerro Ancón, el Parque Natural Metropolitano y la Ciudad del Saber. |