Cultura y Gastronomía

Semana Santa en Sevilla: tradición y fe

Tan pronto como terminan los carnavales, con el inicio de la Cuaresma, en Sevilla empieza a respirarse un aire distinto, se acerca la primavera y con ella la fiesta más importante de este pueblo que conjuga los testimonios de su influencia musulmana con una profunda devoción católica.

Cuando se menciona Sevilla, múltiples referencias vienen a la mente, desde el flamenco con sus apasionados cantos y coloridos vestidos, hasta la fiesta brava y los extensos campos de olivos. Pero este pueblo alegre, que guarda en su arquitectura y tradiciones la influencia de más de 700 años de ocupación musulmana, es también reconocido por su gran devoción católica, que alcanza su máxima expresión con la Semana Santa.

El Teatro de la Maestranza, sede de espectáculos de ópera, zarzuela, danza flamenca y otras expresiones artísticas, es el escenario donde cada Domingo de Pasión, uno antes del Domingo de Ramos, se inicia la fiesta mayor de los sevillanos con el llamado Pregón de Semana Santa, discurso pronunciado por un ciudadano muy relacionado con las hermandades o cofradías.

Los que puedan visitar Sevilla alrededor de este 25 de marzo notarán que para ese día ya está todo dispuesto para la celebración y los sevillanos, apasionados por naturaleza, tendrán todas sus energías concentradas en demostrar, una vez más, por qué su Semana Santa es una de las más famosas alrededor del mundo.

El Teatro de la Maestranza tiene la ventaja de estar incrustado en el corazón histórico de la ciudad, por lo que se convierte en un punto de partida ideal para iniciar un recorrido por la Sevilla antigua, cuyos invaluables monumentos dan cuenta de los periodos históricos más relevantes, desde la época romana y los siglos de esplendor árabe, hasta el descubrimiento de América, que trajo a la ciudad las riquezas necesarias para dotarla de importantes obras de arte católico.

Aprovechando los días previos a las procesiones, no hay que perder la oportunidad de visitar recintos como el Museo de Bellas Artes y la Catedral, construida donde otrora se encontraba una enorme mezquita cuyos jardines y alminar se conservan hasta la fecha. Es en este recinto religioso de incalculable valor arquitectónico e histórico donde se concentra toda la actividad de Semana Santa.

El Real Alcázar, joya de la arquitectura mudéjar y renacentista, que aún hoy funge como residencia para alojar a los reyes de España en sus visitas a Sevilla; el Archivo de Indias, que resguarda todos los documentos relativos a la conquista y colonización de América; la RealFábrica de Tabaco, hoy Universidad de Sevilla; y el Parque de María Luisa, con su memorable Plaza de España, son algunos de los sitios que deben visitarse en algún momento del viaje.

Las cofradías
Los festejos de Semana Santa en Sevilla consisten básicamente en una serie de procesiones donde las cofradías de penitentes desfilan llevando en andas parihuelas con esculturas alusivas a los distintos pasos de la Pasión de Cristo.

Estas cofradías o hermandades surgieron en el siglo XVI y están integradas por fieles que se congregan en torno a una iglesia en particular, generalmente la de su propio barrio, y que tienen como principal objetivo llevar la imagen de su devoción a través de la procesión de Semana Santa.

Aunque parece sencillo, los recorridos deben apegarse a un riguroso horario fijado con la finalidad de cuidar que todas las procesiones de cada jornada cumplan con su cometido sin interferir con las demás. Por ello, si algún obstáculo de fuerza mayor o incluso de carácter climático amenaza con interrumpirla, la hermandad debe tomar la decisión de suspenderla y esperar hasta el próximo año para hacer su recorrido.

Inicia la Semana Mayor
La llegada del Domingo de Ramos se percibe desde las primeras horas de la mañana. Un característico olor a azahar y la cantidad de personas circulando a pie por las vetustas calles y aceras, son el principal indicio de que algo especial está ocurriendo.

Los fieles se dirigen a sus parroquias para ver el esplendor de las imágenes que más tarde recorrerán la ciudad. Las parihuelas adornadas con flores, velas, palios de terciopelo y otros ornamentos, son el centro de atención, pero no hay que olvidar que muchos de los templos albergan una exquisita colección de arte religioso que sería una pena ignorar.

Pasado el mediodía, el centro de la ciudad ya se ha vuelto puramente peatonal y se empieza a ver uno que otro nazareno, con su túnica larga y su capucha puntiaguda, encaminarse a su iglesia para formar parte de la procesión.

Para los que vivimos en América, esta indumentaria que oculta el rostro puede remitir a los actos despiadados del Ku Klux Klan estadounidense, pero en España el antifaz está relacionado con el anonimato que debe respetar el penitente, mientras el gorro puntiagudo simboliza el camino hacia el cielo y la cercanía con el reino de Dios.

Sentir la Semana Santa
Vivir una Semana Santa en Sevilla es todo un acontecimiento, pero es importante aclarar que durante los ocho días de procesiones no se trata solamente de pararse en una esquina a ver pasar las cofradías.

Si bien el Ayuntamiento provee sillas en torno a la llamada “Carrera Oficial”, que es la única sección del trayecto por la que pasan todas las procesiones y que desemboca en la puerta de la Catedral, sentarse durante horas a ver desfilar nazarenos no es la mejor forma de captar el sentimiento del pueblo sevillano en estas fechas. Lo mejor es rentar un puesto sólo para utilizarlo como punto de encuentro entre los compañeros de viaje o para descansar cuando sea necesario.

El resto del tiempo, lo ideal es combinar las visitas a las iglesias con recorridos por plazas, parques y otros sitios de gran atractivo turístico, alternando con paradas obligadas en bares de tapas, para probar las frituras de mariscos, las enormes aceitunas de la región, las tradicionales torrijas y, si el apetito es suficiente, un refrescante gazpacho.

La regla de oro para cualquiera que viaje a Sevilla en Semana Santa es conseguir un folleto informativo con los horarios, recorridos y características de las procesiones en cualquier oficina turística o en los puestos de periódico, pues son tantas y tan variadas que lo ideal es elegir las de mayor atractivo.

Nadie tiene una fórmula perfecta y definitiva para organizar un tour de Semana Santa, pero está claro que lo más importante es administrar muy bien las energías, sobre todo tomando en cuenta que las primeras procesiones salen de sus iglesias pasado el mediodía y las últimas entran a la Catedral en la madrugada.

Los días más intensos van del Jueves Santo a la madrugada del Domingo de Resurrección. Es en este periodo cuando hombres y mujeres salen vestidos con sus mejores galas, aunque muy sobrias: los hombres de traje oscuro y las mujeres luciendo sus tradicionales mantillas y peinetas.

Son también las jornadas más sensibles, pues las imágenes que recorren la ciudad en hombros de los costaleros y seguidas por los penitentes hacen alusión a la última cena, la crucifixión de Cristo y su resurrección. Como es lógico, las calles de Sevilla se encuentran abarrotadas en estas fechas, aunque siempre hay sitios con suficiente espacio para que los fieles admiren y acompañen alguna procesión.

En la madrugada del Domingo de Pascua, la hermandad de la Sagrada Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo realiza el último recorrido de la Semana Mayor por las calles de Sevilla. Para los turistas un viaje maravilloso posiblemente termina ese día, pero los sevillanos sólo tomarán un respiro antes de lanzarse a la celebración de su otra gran fiesta anual: la Feria de Abril, un acontecimiento completamente distinto, donde la constante serán la música flamenca, los coloridos vestidos andaluces y las carretas de caballos paseándose por los alrededores de la Plaza de España.

Después de vivir toda la energía, el colorido y dramatismo de la capital de Andalucía, el viajero comprenderá perfectamente por qué es la ciudad que más óperas ha inspirado: Carmen, El Barbero de Sevilla y Don Juan, entre muchas otras.

Para tomar en cuenta

  • Desde Panamá no existen vuelos directos a Sevilla. Podrá hacer conexiones desde Madrid o incluso terminar el trayecto por tierra o tren. Por autobús toma alrededor de seis horas y cuesta $35.00 ida y vuelta. Por tren de alta velocidad toma tres horas y cuesta unos $150.00.
  • En Semana Santa, el Ayuntamiento prohíbe el tráfico por el centro de la ciudad prácticamente todo el día y conseguir un hotel bien ubicado implicará un aumento en su presupuesto. La otra opción es quedarse en las afueras y aprovechar el transporte público, que en esas fechas está especialmente bien organizado.
  • Si algo no es complicado de resolver en Sevilla es la alimentación. Por todas partes hay bares que ofrecen una amplia variedad de tapas tradicionales de la región. Las tapas son raciones medianas que le permitirán degustar distintos platillos sin gastar demasiado.
  • Por tratarse de una fiesta religiosa muy importante para los locales, se considera de mal gusto hacer ruido o dejar encendidos los celulares cuando están pasando las procesiones del Silencio.
  • Si viaja con niños es muy importante que trate de mantenerse en calles y plazas espaciosas, para evitar contratiempos y permitir que los pequeños disfruten pidiendo cera y pastillas a los penitentes, una costumbre muy arraigada entre los niños sevillanos.
Artículo anterior

Cuando menos es más...

Próximo artículo

Al colegio, sin enfermedades

Autores invitados

Zoraida Chong