Cultura y Gastronomía

Cruz-Diez Trae Color A Nuestro Suelo

El gran maestro venezolano escogió nuestro país para establecer un taller de calidad y magnitud impresionantes con el fin de continuar produciendo su obra; catalogada como cinética, la misma se fundamenta en el color que evoluciona en el tiempo y el espacio.

Cruz-Diez rodeado de implementos de trabajo en su taller en Panamá, Articruz, desde donde continúa explorando con distintos materiales y técnicas y produciendo arte muy bien cotizado en el mercado internacional.

Ya dentro del ámbito del arte en Panamá se había corrido la voz pero, fuera de este pequeño círculo, no muchos saben que el artista venezolano de mayor renombre en el plano internacional desde hace varias décadas, el maestro Carlos Cruz-Diez, mudó su taller de Caracas a nuestra ciudad hace tres años. Cruz-Diez vive y trabaja en París desde 1960, cuando se mudó con su familia con la determinación de desarrollarse como artista plástico, donde formó parte del Movimiento Cinético (Kinetic Movement).

Desde entonces, ha tenido una influencia significativa en la percepción del color en muchos artistas contemporáneos. La obra de Cruz-Diez forma parte de las colecciones permanentes del Museum of Modern Art (MOMA), en Nueva York; del Tate Modern, en Londres; del Centre Georges Pompidou y del Musée d’Art Moderne de la Ville, ambos en París; del Museum of Fine Arts, en Houston; y del Wallraf-Richartz Museum, en Colonia, Alemania, entre otros.

Tuve el enorme privilegio de escuchar sus sabios comentarios acerca de su búsqueda artística, el rol del artista en nuestra sociedad, su concepto del color y la manera como ha logrado dedicar la mayor parte de su tiempo al aspecto creativo de su trabajo, entre varios temas.. A los 17 años de edad empezó a formarse en la Escuela de Bellas Artes en Caracas, rememora. Sus padres, sobre todo su padre que era poeta además de boticario, lo apoyaron en su osada decisión de carrera. En un principio, trabajó como ilustrador y haciendo ”comics“ en varias publicaciones, como creativo en una publicitaria y como profesor de arte. Pero su objetivo era invertir su tiempo y energía exclusivamente en el arte. ”Desde un principio“, añade, ”entendí que dedicarse al arte no es un divertimento ni una manera de evadir responsabilidades, sino un compromiso con uno mismo y con la sociedad“.

De joven, como muchos otros artistas, hizo denuncia social por medio de su arte y pensó de forma idealista que podía ”causar algún tipo de modificación en la sociedad“. Pero pronto cayó en cuenta que, irónicamente, sus obras solo las podían pagar justamente aquellos que no tenían interés en cambiar el statu quo. Después de una larga reflexión, acompañada de angustia y frustración, entendió lo que en su concepto es el rol del artista: ”El artista es un conductor o revelador de ideas inherentes al hombre, hechas por y para él; es un ‘traductor’ de la realidad a un código legible, comprensible para todos; es un ‘revelador’ de sentimientos internos en una sociedad de consumo’.

En ese momento entendió que debía inventar un ”nuevo discurso‘, despertar los sentidos de los que vieran su arte de una manera que no se había hecho antes. Decidió investigar sobre el color porque eso era lo que le producía placer. Leyó extensamente acerca del mismo desde el punto de vista de filósofos, pintores, poetas, físicos, expertos en óptica y otros. Entonces realizó muchos experimentos, proceso que continúa al día de hoy y que resultó en una proposición artística fundamentada en ocho investigaciones sobre los diferentes comportamientos del color: Couleur Additive, Physichromie, Induction Chromatique, Chromointerférence Transchromie, Chromosaturation, Chromoscope y Couleur dans l’espace.

 

Por medio de las tres fotos tomadas a esta pieza, ”Physichromie 1606“, (París) -la primera desde el ángulo derecho, la segunda desde el frente y la tercera desde el ángulo izquierdo– es posible constatar cómo la percepción de los colores de la obra según el desplzacmiento del observador.

”Lo que me atraía del color, y aún lo hace“, explica el maestro, ”es lo ambiguo, inestable y sorpresivo que es, contrario a la creencia convencional… El color se hace y se deshace en el tiempo y el espacio… El color y, por ende, mi trabajo es profundamente afectivo, no racional, y desata emociones; no se puede ser indiferente a él“.

Si tiene la oportunidad de caminar frente a una obra de Cruz-Diez– ya sea en Marion Gallery, donde se comercializa su obra en Panamá, en algún museo o en otro sitio– podrá comprobar la realidad de sus palabras. Notará que los colores cambian, las formas se modifican inesperadamente y, lo que parece, no siempre es.

A unos pies de distancia, una obra puede lucir como un plano sólido en amarillo pero al acercarse pudiera notar que la misma está compuesta por rayas intercaladas verdes y rojas. La línea verde junto a la roja generan un punto critico que el ojo no sabe leer; en este proceso el espectador crea un tercer color que no está en el soporte. Además, cada vez que pase cerca de la obra, la experiencia será distinta, porque variará la luz, la distancia exacta y el ángulo desde donde la mira, entre otras variables. Esta es la esencia del trabajo de Cruz-Diez.

Tomando algo de perspectiva, el maestro observa: ”El artista tuvo un rol importante en la sociedad por muchos siglos; luego perdió su status por un período de tiempo, pero ahora está en proceso de recobrar su relevancia‘. Cruz-Diez, sin duda, ha formado parte de ese proceso.

CRUZ-DIEZ TRATA EL COLOR NO COMO UN INSTRUMENTO PARA LOGRAR UN OBJETIVO ESTÉTICO, SINO COMO EL ”ENTE CENTRAL DE SU OBRA“.

 

La obra ”Inducción Cromática Doble Frecuencia“ consiste en una intervención cromática en tres aceras o caminos peatonales del estadio de béisbol del equipo Miami Marlins.

Para el maestro Cruz-Diez, ser parte de esa evolución ha significado no solo producir una obra extensa por más de seis décadas –incluyendo cuadros, esculturas, serigrafías, instalaciones, imponentes estructuras arquitectónicas en varias ciudades del mundo y obra interactiva tanto presencial como digital, entre otras– sino también la creación de la Fundación Cruz-Diez, que se dedica a registrar, catalogar, divulgar y exponer su obra. Sus oficinas están ubicadas en el Museum of Fine Arts, en Houston, Texas, con el cual firmaron un convenio en 2005 y donde reposan y se exhiben periódicamente un centenar de piezas representativas de todas las etapas de su carrera artística.

El haber involucrado a su familia en la Fundación, la cual él describe como su ”proyecto de vida“, le ha permitido al maestro dedicarse al aspecto creativo de su trabajo artístico. Esta fue una iniciativa de sus hijos, a quienes él califica como ”garantes de primera en quienes confío plenamente“. Articruz Panamá, que ocupa cuatro galeras acondicionadas para la producción de obras de arte en el área de Tocumen, es administrado por su hijo, Jorge, y su nieto, Gabriel, quienes gentilmente me dedicaron valioso tiempo para mostrarme las impresionantes instalaciones

Allí se producen y restauran piezas del maestro Cruz-Diez, cuya confección su nieto describe como ”una mezcla de manufactura tecnológica con trabajo artesanal“.

Mientras realizábamos el recorrido, Gabriel me explicó que mudaron el taller de Caracas a Panamá ”en busca de una plataforma logística más eficaz para producir y comercializar la obra del abuelo“. Sobre los conceptos detrás de esta obra, nos reitera que Cruz-Diez trata el color no como un instrumento para lograr un objetivo estético, sino como el ”ente central de su obra“. Por ende, nos relata, el maestro describe su obra no como más o menos ”bella“ sino más o menos ”eficaz“ respecto a su intento de producir una reacción al color ”en tiempo y espacio real“.

Carlos Cruz-Diez cumple 90 años este 2013. A estas alturas de su carrera y de su vida, me aclaró con orgullo y determinación al final de la entrevista, ”mi tiempo es mío y no de otros, que es el caso para la mayoría. Yo he ’financiado‘ mi libertad“.

El maestro muestra una de sus obras en proceso de producción, junto con su hijo Jorge y su nieto Gabriel, quienes manejan el taller en Panamá y conjuntamente con otros miembros de la familia apoyan su labor mediante la Fundación Cruz–Diez.

Gracias a la estructura que ha creado junto con su familia, él continúa siendo un artista prolífico hasta el día de hoy y produce obra desde sus talleres en París y en Panamá.

Al haber sido acogido por Panamá, nos cuenta su nieto, el maestro quiere dejar una huella tanto a través de artistas locales que están utilizando su taller, como también por medio de proyectos urbanos donde lleva el arte al espacio público para el disfrute colectivo, un deseo arraigado desde hace décadas. Ya nos ha dejado una muestra en la reja o cromo–estructura que delimita el edificio Acqualina, en Punta Pacífica, y próximamente veremos una intervención en la forma de tres pasos peatonales en Vía Porras, frente al Parque Omar. Literalmente, ¡traerá color a nuestro suelo!

Confío que este es solo el comienzo de lo que será una relación estrecha con nuestro país y su gente, lo cual tanto el artista como su hijo y nieto me confirmaron. Queremos ayudar a ”humanizar esta ciudad que crece de forma acelerada“, añadieron. De más está decir que somos extremadamente afortunados de tenerlo. Gracias, maestro, y bienvenido a su tercera tierra.

 

ARTICRUZ PANAMÁ

La magnitud de las instalaciones establecidas en nuestro país por el maestro Cruz–Diez es evidente cuando se recorren las diversas áreas de trabajo:

·  Taller de Producción… donde, por medio de diseños hechos en computadora y producidos con equipo especialmente adaptado para crear sus obras –incluyendo ”plotters“ utilizados para impresiones de material publicitario y maquinarias para cortes a base de rayos láser– el maestro y su equipo logran reducir defectos y, por ende, ”riesgos“ que atenten contra la ”eficacia“ de la obra, además de acelerar los procesos y ampliar las posibilidades en términos creativos.

·  Taller de Restauración donde, además de contar con técnicos y artistas venezolanos que trabajan con Cruz–Diez desde hace muchos años, están formando a restauradores panameños; además de restaurar piezas del maestro, investigan cómo ”nuevos“ materiales reaccionan a distintas temperaturas, niveles de humedad, intensidad de luz, tiempo y procesos de restauración.

·  Taller de Metal Mecánica donde tanto Cruz–Diez como algunos artistas locales y de otros países latinoamericanos que han sido invitados por él investigan con materiales que no utilizarían de no tener acceso a este taller, donde hay desde prensas y sierras hasta maquinaria más sofisticada.

·  Taller de Serigrafía donde se restaura obra de un período específico de la carrera artística de Cruz–Diez cuando trabajaba con esta técnica.

·  Estudio de Grabación donde se lleva a cabo una labor de registro de la obra del maestro, pero que también está abierto a otros artistas que desean ”recoger“ su camino recorrido y dejar constancia de los procesos intelectuales que mueven sus proyectos creativos; el trabajo realizado aquí sobre la obra de Cruz–Diez forma parte del Centro de Documentación de su obra, al que se puede tener acceso por medio de su sitio web.

Fotos:
Tito Herrera
Rafael Navarro
Carlos Cruz-Diez
Orlando de la Fuente

 

Artículo anterior

LAS MARCAS QUE LA CIENCIA DEJA EN EL CALENDARIO

Próximo artículo

La naturaleza,inspiración maestra

Ximena Eleta

Ximena Eleta de Sierra

Graduada con una Licenciatura en Idiomas (japonés) y Linguística de Georgetown University (1987) y una Maestría en Educación con especialidad en la enseñanza de literatura y redacción en inglés de University of Texas at Austin (1990). Desde 1992 ejerce como Asesora Educativa independiente (College Counselor) para solicitantes a universidades en los EEUU y Canadá. Es Presidente de Fundación Gramo Danse, que desde el 2012 tiene un estudio de danza aérea y contemporánea (XIELO). Está casada y tiene 3 hijos.