Paraíso tropical… al natural
Sentirse en el medio de la nada, en una isla para ti, alejado de las preocupaciones y en plena convivencia con la naturaleza. De eso se trata una visita a Islas Secas, propiedad de un norteamericano que se enamoró de la belleza de este archipiélago panameño.
En épocas precolombinas, los indígenas encontraron unas islas en el Océano Pacífico con agua potable, bahías tranquilas y arcilla ideal para sus cerámicas, y decidieron poblarlas. Prueba de ello son los artefactos arqueológicos que fueron excavados en estas islas por científicos del Smithsonian Tropical Research Institute y de Harvard University en los años 60. Ahora, siglos después, las Islas Secas le están dando la bienvenida a nuevos huéspedes, esta vez de otras latitudes.
Escondidas entre Isla Coiba, al sur de Veraguas, y las Islas Paridas, al sur de Chiriquí, se encuentran 16 islas inhabitadas de origen volcánico que, en su conjunto, se denominan Islas Secas. Este pequeño archipiélago de aproximadamente 1,000 hectáreas es ahora propiedad de Michael Klein, un empresario norteamericano, visionario y conservacionista, que acabó allí casi por un accidente del destino. La historia, como él mismo nos la contó, parece salida de una novela.
Su hermana daba una vuelta al mundo en un velero con su esposo cuando se topó con Islas Secas. Sabiendo la atracción de su hermano por la naturaleza, lo invitó a venir de vacaciones para conocer esta parte del mundo. Al llegar a Panamá, el Sr. Klein quedó positivamente sorprendido con la ciudad y se sintió bienvenido por su gente. Pero al llegar a Islas Secas quedó verdaderamente maravillado cuando ballenas jorobadas le dieron la bienvenida con sus acrobacias aéreas. Después de pasear por sus costas y pescar en sus aguas, comprobó la gran exuberancia y riqueza de su flora y fauna. Con el fin de averiguar sobre un lote que su hermana estaba considerando comprar en Islas Paridas, la acompañó al Registro Público en David, Chiriquí, donde por coincidencia descubrió que Islas Secas estaba a la venta.
Por mercadeo “de boca” exclusivamente, ya un número considerable de personas de un nivel económico alto, en busca de privacidad y/o intimidad, han llegado a Islas Secas. Estas personas, a su vez, están “regando la voz” acerca de este punto en el mapa al igual que de nuestro Panamá en general, en sus respectivos países. Vienen mayoritariamente de los Estados Unidos, pero también ha habido huéspedes europeos y algunos latinoamericanos. Irónicamente, somos apenas el segundo grupo de panameños que ha visitado el hotel desde sus inicios.
Con precios de hospedaje que podrían considerarse de lujo, algunos podrían preguntar: Pero ¿qué es lo que ofrece Islas Secas? Ofrece comodidad para llegar; normalmente recogen a sus huéspedes en el Aeropuerto Internacional de Tocumen, en la ciudad, y los llevan en su propia avioneta de ocho pasajeros, piloteada hábilmente por un norteamericano con gran experiencia en pistas cortas como la de Islas Secas. Ofrece privacidad y exclusividad, características cada vez más codiciadas por personas que habitan partes más densamente pobladas de nuestro planeta. Ofrece intimidad, con parches de selva entre cabaña y cabaña y un primitivo pero eficaz sistema de “señalización” para los huéspedes –el de colocar un coco frente a la entrada de la “casita” cuando uno no quiere ser molestado. Ofrece un sentido de aventura, porque cada vez que uno sale a descubrir el archipiélago se encuentra con sorpresas del entorno que lo obligan a mirar dos veces, a sacudirse la apatía y a encontrar la emoción de sentirse parte de la creación de Dios en nuestro planeta.
Islas Secas no ofrece ni lujos ni playas de arena blanca afuera de tu puerta, pero sí una naturaleza viva que el Sr. Klein y su equipo hacen un enorme esfuerzo por preservar casi intacta. La misma flora y fauna tropical que los panameños a menudo damos por sentadas, ojos no acostumbrados a tanta exuberancia aprecian, respetan y admiran con sincera emoción. Es esa naturaleza y la posibilidad de descubrirla con comodidad, atención personalizada y comida excepcional, lo que hace a Islas Secas un paraje especial.
Fotos: Silvia Grunhut, Space 67.
Foto de Michael Klein: cortesía del entrevistado.
Coctel de langostinos con mango, manzana y apio en salsa del maestro (para seis personas)
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Rollo de corvina con mousse de salmón, en salsa tailandesa, sobre cama de espinacas con ratatouille de vegetales (para una persona)
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