Una vida contra las drogas: historias de un agente de la DEA
Su vida no ha sido como la de la mayoría. Cada mañana debía levantarse y fingir un papel nada halagador: el de traficante de drogas. Ahora este agente retirado de la DEA nos cuenta los pormenores de un oficio singular y nos aconseja qué hacer para evitar el consumo de drogas en nuestros hijos.
Antes Mike visitaba nuestro país con un rol específico, dentro de la labor que realizaba para acabar con el tráfico de drogas. Esta vez lo hizo como educador pues, aparte de tener una agencia de seguridad en Florida, desde 1996 participa del programa educativo de Young Presidents´ Organization (YPO) dictando charlas en universidades, empresas y colegios. Es muy efectivo, pues cuenta con información de primera mano, muy impactante, por cierto, acerca de lo que realmente pasa en el mundo de las drogas.
Durante la entrevista hubo varias ocasiones en que Mike manifestó “no puedo contestar esa pregunta”. Sin embargo, sí fue muy explícito en cuanto a cómo se mueven las drogas alrededor del mundo. El secreto es “mantenerse siempre actualizado” comenta Mike, “continuar educándose porque constantemente están surgiendo nuevas drogas o drogas viejas con nuevas características”. Por ejemplo, la marihuana de hoy en día es cuatro veces más potente que aquella que se consumía en la década de los setenta, pero sigue siendo la droga de “entrada” para los jóvenes. La metanfetamina y el éxtasis están causando estragos en la población joven que no está consciente de los severos daños neurológicos de estas drogas, ni de su adictividad extrema.
Así, a los 30 años empezó a trabajar con la Agencia y durante veinte años organizó y condujo personalmente cientos de operaciones de tráfico de drogas, vio pasar por sus manos millones de dólares y arriesgó su vida en más de una ocasión para lograr la captura y condena de miembros de los grandes carteles de la droga.
No es fácil entrar a la DEA. Los candidatos deben pasar decenas de exámenes de todo tipo: pruebas psicológicas, exámenes físicos completos, pruebas de polígrafo e interminables entrevistas, entre otros. Son muy selectivos pues la tentación suele ser grande. Es por esto que en todo el mundo sólo hay 4,800 agentes, distribuidos en 80 oficinas.
Para él, nombres como George Jung –cuya vida fue presentada en la película Blow– y Carlos Lehder, “fichas importantes” de los principales carteles de la droga, no son noticia de un titular, son personas conocidas, gente a la que tuvo que salir a buscar. Y es que los agentes de la DEA deben armar sus propios casos, investigar y salir a buscar a quienes ellos piensan que están contrabandeando droga a Estados Unidos.
¿Cómo se maneja una operación encubierta? Dependiendo de cuán complicada sea, una operación se puede organizar en una hora o en seis meses. Lo que sí es cierto es que siempre se toman todas las medidas posibles para proteger a los agentes involucrados.
Y, después de que se agarra a un “pez gordo”, ¿se le ofrece inmunidad a cambio de información, para poder capturar a los traficantes más importantes de un cartel? No necesariamente. McManus nos explicó que muy pocos individuos entran al programa de protección de testigos pues tiene que ser un caso muy especial. Este programa es manejado por los U.S. Marshalls y, una vez que un testigo entra al programa, la DEA pierde todo contacto con él para siempre.
¿Cómo maneja una familia este tipo de vida? Según Michael, tiene que haber un compromiso total de todos los miembros. El muchas veces salió de su casa sin poder decir adónde iba o por cuánto tiempo. Para él, su esposa fue una ficha clave para su éxito, “sin ella, no hubiera podido hacerlo”, afirma.
Este conferencista tiene muchas cosas que decirle a los padres de hoy en día. La primera es que “no teman ser padres”, eso es lo que se espera de ellos. Entre las cosas que Mike generalmente menciona en sus conferencias están las tres principales razones por las que los muchachos toman la decisión de probar una droga, e igualmente las tres principales razones por las que no lo harían. Estas conclusiones son productos de estudios conducidos en una extensa población de estudiantes de secundaria.
No nos sorprende enterarnos de que un adolescente decide consumir drogas por la presión de sus amigos, porque enfrenta problemas familiares o simplemente por rebeldía. En contraposición, las tres razones principales para decir no son una familia fuerte y cohesionada, la religión –es decir, la creencia en un ser superior- y la educación. El muchacho que sabe lo que una droga hará a su cuerpo, escoge no consumirla.
Para mantener buenos canales de comunicación con nuestros hijos es indispensable pasar tiempo con ellos y aprovechar cada oportunidad para hablar sobre temas importantes, no sólo de las drogas. Y, más importante aún, hay que dar el ejemplo. Difícilmente entenderá un adolescente que no debe ingerir licor si su papá se lo dice con un trago en la mano, o le permite tener una fiesta en casa en la que se sirvan bebidas alcohólicas a pesar de que la ley prohíbe su consumo a menores de edad.
¿Se está perdiendo la guerra contra las drogas? Según McManus, en el caso de Estados Unidos –y, probablemente, también el de los otros países-, el consumo de drogas aumenta o disminuye en proporción directa al protagonismo que tenga en un momento dado la guerra contra este mal. En la década de los ochenta, por ejemplo, la campaña de los Reagan: “Sólo di no” fue muy efectiva y el consumo de drogas llegó a niveles mucho más bajos de los que se observan hoy en día, en que otros problemas como la guerra en Irak ocupan los titulares.
Michael está muy satisfecho con su labor educativa y ha encontrado la forma de conjugarla con el trabajo de su agencia de seguridad e investigaciones, pero sabe que dentro de veinte años estará verdaderamente jubilado y viviendo en las montañas de Carolina del Norte. Sin lugar a dudas, cuando llegue ese momento Mike podrá decir: “misión cumplida” y dormir tranquilo.
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Fotos: Cortesía del entrevistado.
Michael McManus es Presidente de McManus Group.