De sueños y becas
Cuando un individuo logra demostrar a los demás que con su esfuerzo, tenacidad y coraje puede llegar muy lejos, todos a su alrededor sentimos un aliento esperanzador.
El hecho de que cada año el destino de miles de personas alrededor del mundo cambia; que su futuro mejora significativamente gracias a la oportunidad que reciben de parte de otros de estudiar y superarse, es un logro para toda la humanidad. Saber que todavía el trabajo y el bien son recompensados en este mundo, que aún existe la generosidad, toca algo muy profundo en nuestro ser.
En este caso, conocer compatriotas que un día decidieron luchar por sus ideales y, a través de sus estudios, lograron superarse enormemente, nos sirve de inspiración. Para ellos, la falta de recursos fue, en lugar de un impedimento, un reto más que enfrentar con positivismo para lograr seguir adelante. Y así lo hicieron.
Anabella Villalobos: “La beca tuvo un impacto muy grande en mi desarrollo profesional”
La Dra. Anabella Villalobos jamás imaginó lo lejos que la llevarían su afán y gran interés por los estudios. Dos becas en su campo, la Química, la transportarían desde las aulas del Instituto Panamericano (IPA) hasta la reconocida Yale University y, de allí, a una exitosísima carrera en la farmacéutica Pfizer.
Con un récord académico sobresaliente en la Universidad de Panamá, la motivación de sus profesores y el apoyo de su familia -en especial de su madre-, en 1980 Anabella Villalobos solicitó una beca Fulbrigh-Hayes, otorgada por la USIS, agencia del Gobierno de los Estados Unidos. En ese momento, su dominio del inglés, adquirido en el IPA, resultó decisivo y la beca le fue otorgada.
En la Universidad de Kansas, Anabella Villalobos obtuvo primero una maestría y luego, en 1987, un doctorado en Química Medicinal. Sus logros a través de esta beca le brindaron la posibilidad de conseguir una segunda beca o, más específicamente, un “Fellowship”, en este caso del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos (National Institute of Health). “En base a estos estudios”, nos enfatiza Anabella, “pude completar un postdoctorado en Química Orgánica en la Universidad de Yale por dos años y obtener un trabajo en la industria farmacéutica (Pfizer). Sin ninguna duda, la beca de Fulbright- Hayes tuvo un impacto muy grande en mi desarrollo profesional”.
Durante sus 18 años en Pfizer, la Dra. Villalobos ha desarrollado una vasta experiencia en los procesos de “descubrimiento” y desarrollo de medicamentos. “Estos estudios”, nos explica, “se llevan a cabo en tres fases y pueden demorar entre 8 y 12 años”. Además, ha supervisado un gran número de procesos de química medicinal que han resultado en “candidatos”, o sea, compuestos en prueba, para males tales como la depresión, esquizofrenia, desórdenes del sueño, Alzheimer e infartos.
Desde el año 2004, la doctora Villalobos se convirtió en la jefa del Consejo de Química de Groton, desde donde lidera un esfuerzo por mejorar los “procesos” de la empresa y obtener mayor productividad, innovación e intercambio de información entre los científicos. “Para lograr más eficiencia, calidad y efectividad, hemos centralizado procesos y ampliado el uso de robots para la síntesis y purificación de compuestos”, nos comenta. “En este momento, estamos poniendo a prueba muchos de estos procesos con los medicamentos que tenemos en el tubo de producción o pipe line: para fumadores que intentan dejar el vicio, para personas obesas que intentan perder peso, y para individuos diagnosticados con cáncer, entre otros”.
A manera de contribuir con la sociedad que le ha brindado tantas oportunidades de superación, la Dra. Villalobos le ha dado importancia dentro de este Consejo a la contratación de personal que represente a minorías, especialmente a mujeres y a hispanos. En este sentido, ha estado al frente de esfuerzos tales como el evento de Mujeres en la Química, que ella inició para atraer a mujeres de todos los niveles educacionales al campo de la química y a Pfizer.
Finalmente, consciente del papel que la educación ha jugado en su vida profesional personal, participa junto con otros hispanos en visitas a estudiantes de secundaria de origen latino, para animarlos a que terminen su bachillerato y, de ser posible, vayan a la universidad. ¿Qué mejor que el ejemplo de su trayectoria para motivar a estos jóvenes?
Julio Escobar: “Siento un gran compromiso con mi país”
Por sus méritos académicos, recibió su primera beca de parte del IFARHU y esto, además de brindarle apoyo financiero, le “comunicó una sensación de compromiso con el país que consideraba importante becar a un estudiante por sus méritos”. Con el propósito de ser retado en una institución de un alto nivel académico, decidió estudiar en el Instituto de Ciencia y Tecnología de la Universidad de Manchester (UMIST), en Inglaterra, donde estudió bajo verdaderas autoridades en la materia de la Electrónica. “Uno de mis profesores fue el inventor de la válvula pentódica y mi supervisor de tesis era uno de los principales consultores científicos en comunicaciones para la Fuerza Aérea Real”. A nivel personal, la experiencia en Inglaterra lo ayudó a conocerse mejor y sobrellevar la duda inicial “sobre si podría o no resistir el rigor académico”.
Sus esfuerzos rindieron fruto y se graduó en la categoría de “primera clase con honores”, lo cual le valió su aceptación en el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), en los Estados Unidos. Aquí recibió su segunda beca para obtener una maestría y después un doctorado en Ingeniería Eléctrica y Ciencias de Computación, con especialización en Teoría de Comunicación y Redes de Computadora. Una vez más, Julio Escobar se topó de frente no sólo con el frío de inviernos crudos sino también con el reto académico. “Los dos primeros semestres fueron los más difíciles, llenos de tareas que parecían diseñadas para que nos rindiéramos”, relata. En seguida muestra su sentido del humor al añadir: “El chiste en vox populi era que estudiar en MIT era como tratar de beber de un hidrante. En Inglaterra había sentido el énfasis en pensar bien, pero fue en MIT que sentí la presión por pensar bien y rápido”.
Al terminar su doctorado, Julio Escobar permaneció en Massachussets por algunos años y obtuvo empleo en un laboratorio altamente competitivo. De regreso a Panamá, fundó una exitosa empresa tecnológica y posteriormente ingresó al sector público, donde desde su actual puesto al mando del Senacyt está logrando grandes avances en el sector. “Ciencia es uno de los principales motores de bienestar y prosperidad en el mundo, así que esperamos contagiar al resto de la sociedad para incorporar la ciencia al desarrollo de Panamá”.
De mucha relevancia es el hecho de que él fue uno de los fundadores y ahora está directamente involucrado en un programa del IFARHU, con el apoyo del Senacyt, por medio del cual cientos de panameños, incluyendo investigadores y docentes, están recibiendo becas en instituciones alrededor del mundo para cursos de postgrado, maestrías, doctorados y postdoctorados en ciencia y tecnología, para luego regresar a Panamá y contribuir con el desarrollo del país.
En el caso de Ivette Ng de Jaén, no han sido una ni dos, sino seis las becas a las que ha aspirado y ganado, y con todo el mérito del caso. Desde sus años en el Colegio Episcopal, Ivette se destacó académicamente entre sus compañeros. Además, fue por varios años dirigente de las Muchachas Guías de Panamá y de la Cruz Roja Panameña de la Juventud.
A los 15 años, Ivette sufrió la separación de sus padres y, paralelamente, su madre enfermó y debió pensionarse. Emprendedora como siempre, afrontó la difícil situación empleándose como instructora de inglés y francés, aprendidos cabalmente en su colegio, y logró de esta manera costear su educación hasta su graduación. A pesar de sus largas jornadas, en 1973 obtuvo su bachiller en Ciencias y Letras con primer puesto. En ese momento recibió su primera beca, por parte del IFARHU, como reconocimiento a su desempeño.
Pero Ivette aspiraba a una licenciatura en una universidad norteamericana, así que solicitó una beca en la prestigiosa Universidad de Georgetown, la cual cubriría todos los gastos “académicos”. ¡Y se la ganó! Para cubrir sus boletos de avión y sus gastos personales obtuvo una beca del Institute for International Education (IIE), lo que le allanó el camino hacia una educación de primera. Su interés por solicitar las becas para estudiar en una universidad en los Estados Unidos “fue una iniciativa personal de superación”. “O, tal vez”, añade con sinceridad patente, “miedo a ser mediocre”.
Con sus tres becas en mano, Ivette empezó sus estudios de Relaciones Internacionales con
énfasis en Organismos y Derecho Internacional, “un sueño hecho realidad”. Además, comenta: “Imagínense tener de profesores a Henry Kissinger, Jeanne Kirkpatrick y Ellsworth Bunker…, jefe Negociador de Estados Unidos para los Tratados Torrijos-Carter, exclusivo para los mejores estudiantes graduandos”.
Una vez acabados sus estudios de maestría, Ivette decidió mudarse a Londres para poder aplicar los conocimientos adquiridos. Lo hizo por cuatro años, con la intensidad y el compromiso que la caracterizan, a pesar del sacrificio personal que implicaba tener que viajar tres semanas del mes con un bebé de meses en casa. Al final de ese período, Ivette regresó a Panamá y, una vez más, rompió “barreras”, convirtiéndose en la primera mujer panameña en ocupar el cargo de Jefa de Economía y Mercadeo del Canal de Panamá, aún en manos de los Estados Unidos. De allí, utilizando sus extensos conocimientos en el campo marítimo, orgullosamente fue la arquitecta de la unificación del sector marítimo nacional al crear la Autoridad Marítima de Panamá, en 1998.
Más recientemente ha decidido “ampliar su rango de acción” y ha aceptado trabajos en el aspecto de gobernabilidad, como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y otras iniciativas de las Naciones Unidas y la Organización Marítima Internacional (OMI). En el ínterin, Ivette obtuvo una beca Fulbright para catedráticos universitarios con el propósito de realizar una investigación privada sobre alternativas para la administración del Canal de Panamá.
En nuestro país existe una gran cantidad de jóvenes con muchísimo talento. Muchos de ellos no pueden costear sus estudios superiores, ya sea localmente o en instituciones en el extranjero. Pero hay esperanza. La lección que les brindan estos tres panameños ejemplares a estos jóvenes es que deben perseverar y encontrar quienes confíen en ellos, a través de becas, ya que éstas tendrán un gran impacto en sus vidas y que, cuando terminen sus estudios, deben sentir un gran compromiso con sus semejantes y ser generosos con los conocimientos adquiridos. Al resto de nosotros nos brindan un ejemplo que emular.
¿Cómo obtener una beca?
Existen diversos programas de ayuda financiera para estudiar en el extranjero: • La Embajada de Estados Unidos pone a disposición de los panameños residentes en el país las becas Fulbright para estudiar maestría o doctorado. Los requisitos se pueden encontrar en: http://panama.usembassy.gov/panama-esp/educa.html • La Agencia de Cooperación Española ofrece las becas MAEC-AECI para estudios de postgrado, maestría y doctorado en España. La solicitud de las becas se puede encontrar en: www.becasmae.es. Teléfono: 317-0343/46. E-mail: aeci@aeci.org.pa • La Embajada de Japón ofrece becas Monbukagakusho para realizar postgrado con opción a maestría y doctorado, carrera universitaria y becas para investigación. Teléfono: 263-6155. • El IFARHU ofrece becas para estudios internacionales a través de diversos programas, como los auspiciados por el BID y Senacyt. Teléfono: 500-4750. |