Cuerpo y Alma

¡92 yendo a 35!

Las personas mayores necesitan de nuestra comprensión, apoyo y compañía. Algún día estaremos en su lugar y entonces aprenderemos a ver y disfrutar la vida desde otra perspectiva.

Mi abuela Vanessa (Ita para sus nietos y bisnietos) tiene 92 años cumplidos. Los duchos en matemáticas calcularán con rapidez que nació en 1912, el mismo año que se hundió el Titanic.

A pesar de gozar de una memoria intacta, Ita sufre de algunas dificultades físicas propias de su edad. Pero estos achaques resultan ser meras piedritas en el camino, pues Ita tiene un problema mucho más grande. Y no es precisamente una enfermedad: resulta que mi abuela, como muchos otros adultos mayores, tiene el alma atrapada en su cuerpo avejentado.

Todos los que la han conocido por años coinciden que su espíritu es el mismo de siempre. Con Ita compruebo todos los días que los años le caen al cuerpo, pero el alma permanece intacta, en permanente juventud.

Estoy segura de que cuando se ve al espejo, Ita se ve en sus treinta años y no nonagenaria. Por ello, los signos físicos de la madurez le incomodan. No termina de reconciliarse con sus arrugas y algunas libritas de más. Pero “a mal tiempo buena cara”: fácilmente lo resuelve y se pone lipstick para darle su mejor cara al mundo.

Debo admitir que a mi abuela, como a muchas otras personas mayores, le cuesta mucho resignarse a recibir más que a dar. También le cuesta dejar trozos de su independencia en su peregrinar por la vida: recuerdo lo difícil que le fue tener que dejar de manejar cuando cumplió sus setenta y tantos años. Ahora debe depender de otros para hacer mucho de lo que siempre hizo sola. A pesar de lo anterior, Ita encuentra en qué ser útil y ocuparse todos los días.

Me imagino que debe ser muy difícil vivir a sabiendas de que el tiempo no sobra a su edad. Sin embargo, Ita ha decidido vivir concentrada en el día a día sin pensar demasiado en el mañana, mientras la interacción con su numerosa familia le ayuda a mantener su mente ágil y su corazón ligero.

Creo que más que a la muerte, mi abuela vive con el miedo constante de ser una carga para nosotros, su familia. Al creerse un problema, lo que mi abuela no ha captado es que la manera en que vive su vida a sus noventas es un ejemplo para todos los que la rodean. Pudiera estar amargada, y no lo está. Pudiera aburrirse, pero no se deja. Pudiera dejar que le hicieran todo, pero ella encuentra cómo hacer algo por los demás. Pudiera rendirse y apagarse poco a poco, pero todos los días lucha por brillar.

Ademar de regalarnos su ejemplo, Ita nos ancla como familia, nos hace reír, nos brinda sus consejos y nos da mucho amor. En realidad, no le pedimos más que esto. Ah, y por supuesto, que nos dure mucho más.

Cinco consejos para sentirse siempre joven
  • No se jubile del todo. En vez de eliminar de su vida todas las actividades relacionadas con su trabajo, mantenga las que más disfruta.
  • Manténgase ocupado. Si ya no le provoca trabajar, se ha de encontrar una ocupación o pasatiempo. No importa lo simple que sea, la idea es distraer la mente y no oxidar el cuerpo.
  • No se encierre en casa. Hay muchos adultos mayores que pasan sus días sentados en una silla o vegetando frente al televisor. ¡Nada peor! Haga su supermercado, visite a sus amigos y familiares, vaya al banco. Todo vale a la hora de salir de las cuatro paredes de la casa.
  • Pase tiempo con gente joven. Puede ser difícil entender a la nueva generación, pero usted tiene mucho que darles a ellos. Y los chicos, a su vez, harán maravillas por su estado de ánimo.
  • Acepte sus nuevas circunstancias. Al llegar a la década de los setentas y ochentas, muchos adultos sufren de crisis de identidad y depresión. Otros, sin embargo, logran ver la vida positivamente. Unase al grupo anterior, y vea el vaso medio lleno en vez de medio vacío.

 

Tres consejos para las familias con adultos mayores
  • Visite a sus mayores. Conozco mucha gente mayor que apenas recibe visitas. Se sienten abandonados y, consecuentemente, se deprimen. Pase tiempo con ellos; le aseguro atesorará esos minutos cuando ellos ya no estén con usted.
  • Présteles atención todo el año. Muchos abuelitos que conozco se quejan de nietos que nada más llegan a casa cuando les toca un regalo: su cumpleaños y Navidades. El resto del año, ni se aparecen. Esto resiente a cualquiera. Ellos apreciarán la generosidad de su tiempo, bríndeselos.
  • Téngales paciencia. La gente mayor tiene dificultades propias de la edad: pueden ser cascarrabias, sufrir de enfermedades, estar deprimidos, y demás. Siempre recuerde que no es fácil tener su edad.
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Wendy Tribaldos

Wendy Tribaldos es profesora de ciencias sociales e historia. Posee estudios superiores en administración y liderazgo educativo, museología y manejo de organizaciones sin fines de lucro (ONG´s). Por más de 20 años gerenció el programa educativo APRENDO del diario La Prensa, obteniendo múltiples distinciones nacionales e internacionales por su trabajo en pro de la niñez y juventud panameña. Actualmente se dedica a la gestión de proyectos, enfocada principalmente en la documentación, conservación y promoción del patrimonio natural y cultural de Panamá. https://www.wendytribaldos.com/