Cuerpo y Alma

La familia: un proyecto de amor

Un cambio en tu actitud como hijo o como padre puede hacer una gran diferencia en la relación de familia y esto sólo se logra cuando tienes el amor suficiente que te motive a lograrlo.

La familia es el proyecto más importante en la vida de las personas, porque es en la familia donde toda persona logra nutrirse de la seguridad y el afecto necesario para un desarrollo pleno.  Todos somos conscientes de lo difícil que está siendo desarrollar este importante proyecto dentro de la realidad de la vida moderna.  Lo que antes surgía como una cuestión natural dentro de la relación familiar, como el sentarse a la mesa y compartir, hoy es motivo de conflicto entre trabajo, compromisos, actividades y elementos de distracción, como la televisión o el Internet.

A los padres de hoy se les dificulta comprender, adaptarse y aceptar la realidad de vida que pretenden tener sus hijos; a los hijos les cuesta comprender la mentalidad de sus padres y la forma de vida que quieren que ellos asuman.  Esta enorme diferencia no sólo es una cuestión de generaciones, es además una situación de cambio radical que ha promovido la vida moderna y ha afectado la relación  familiar.

Promover una vida en familia bajo estas condiciones es difícil, sobre todo dentro de un ambiente que no favorece.  De manera que el esfuerzo por la familia actualmente se ha dirigido a tener como prioridad el producir para dar, como una forma de decir a los hijos «me importas y te quiero».  De esta manera, los padres que aman a sus hijos están trabajando y esforzándose por darles lo que ellos quieren, pero quizás se han olvidado de darles lo que necesitan.

Hoy, más que nunca, el proyecto de familia es la fortaleza que los hijos necesitan para enfrentar la realidad de la vida moderna con confianza, nutridos del amor y la seguridad que se necesita. Eso sólo se logra cuando convives en familia y esto es posible aun bajo las condiciones de la vida moderna.

No existen las recetas, pero mis sugerencias nacen del corazón de miles de personas que han tenido la oportunidad de nutrirse de una familia.

«La familia de hoy necesita, más que compartir, aprender a convivir».
Se comparte una casa, un carro, un viaje, pero convivir implica tener el interés por conocer qué está pasando en la vida del otro.  Muchas veces los padres y también los hijos saben lo que los otros hacen: trabajan, van a la escuela, tienen actividades, pero ¿cuánto conoces de lo que están viviendo tus hijos, y cuánto los hijos saben lo que sus padres están viviendo?  Vale la pena compartir lo que está pasando en tu vida con tu familia.

«La familia necesita conocerse y aceptarse para respetarse».
Conocer al otro ayuda a los padres y a los hijos a comprender sus acciones y sus pensamientos.  Empatía es ponerse en los zapatos del otro y ver el mundo a través de sus ojos, eso ayuda a ser más tolerantes y objetivos en los criterios.  Podemos conocer al otro, pero existe dentro del proceso de esa relación el respeto como principio.  No es una situación de quién tiene la razón, ni es una lucha de poder para hacer del otro como yo deseo, es usar el sentido del respeto como principio en la relación interpersonal donde cada uno tiene un lugar.

«Es en los momentos de encuentro donde se construyen los mejores recuerdos» .
Invertir en momentos de encuentro es la mejor inversión que se puede hacer en la vida en familia. Los momentos no son asunto de cantidad ni de calidad, estos momentos deben ser una forma de vida. Yo me encuentro con el otro cuando nos sentamos no para hablar del trabajo, estudio, deberes, castigos, regaños o correcciones, simplemente son momentos que compartimos cosas insignificantes que me hacen sentir que soy parte de una familia.  Esos momentos de encuentro se motivan, no se obligan, porque se convierten en momentos tan agradables que le ganan a la televisión y al Internet.

«Es en un ambiente de confianza donde aprendes a conocerte y aceptarte».
La familia es una oportunidad para descubrir quién soy, en un ambiente donde puedo ser yo mismo, donde no tengo que ser lo que otros deseen para ser aceptado o valorado.  «El sentir que me quieren por lo que soy y no por lo que hago» es lo que le permite a los hijos y a los padres confiar en sí mismos y en los demás.  Compartir entre padres e hijos lo que se siente y saber comunicarse con el otro es una oportunidad para ayudarse mutuamente, para crecer como persona.

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Autores invitados

Marina Peña

Psicóloga con Maestría en Educación