Un pretexto para preguntar lo que sucedió en 100 años
Como anillo al dedo
En abril de este año, Luis Huertas llegó a las oficinas de Guillermo Maduro, cuya especialidad es la comercialización de juguetes, con un juego casi terminado: «Ya tenía un tablero, las instrucciones, un esquema de categorías, la caja diseñada», recuerda Maduro, quien tenía dos años dándole vueltas a la idea de hacer «específicamente un juego de preguntas y respuestas sobre Panamá, con motivo del Centenario. No me quería inmiscuir en algunos pasos y, por eso, había dejado el proyecto a un lado». Huertas no tenía idea de producir y comercializar un juguete. De manera que se cayeron «como anillo al dedo».
En Exclusiva: De ahí en adelante invirtieron muchísimas horas de trabajo en diseñar un juego de veras divertido. Ese era exactamente uno de los puntos más difíciles del proceso.
Luis Huertas: Cuando tuve la idea de hacerlo, lo que buscaba era un pretexto para preguntar lo que sucedió en 100 años.
Guillermo Maduro: Nos dijimos: esto es un juego, no es un diccionario, ni una enciclopedia, ni un libro de texto. Es un juego. En el proceso vas a aprender algo, pero realmente lo que quieres es que sea algo divertido.
L.H.: Se parece a cualquier juego de preguntas y respuestas.
EE: Como una trivia…
G.M.: Trivia no es una palabra que existe en español. Se creó con el propósito de decir Trivial Pursuit. El esquema del Trivial Pursuit funciona porque te están preguntando trivialidades.
L.H.: Estás probando tu cultura en trivialidades.
G.M.: Exacto: el punto es qué tantas tonterías recuerdas. Por eso funciona.
Sin embargo, el juego que estábamos haciendo no podía ser un juego de trivialidades porque estábamos hablando de la historia republicana. Y cada pregunta debería tener cierta relevancia. Necesitábamos llegar al mismo propósito, al mismo esquema de que la persona no se sintiera mal al no saber la respuesta. Pero: ¿cómo llegas a eso sin perder la importancia de la información? Fue algo que nos entretuvo durante un periodo de tiempo largo.
L.H.: Teníamos la información bruta, y debíamos pasarla a un esquema de preguntas y respuestas que funcionara.
G.M.: A fin de cuentas, llegamos a la conclusión que la pregunta debía estar escrita de una forma tal, que la respuesta es una trivialidad que no estás obligado a saber. Pero el contenido mismo de la pregunta lleva información histórica relevante. Y las escribimos de tal manera que la pregunta misma te da muchas pistas para contestar.
L.H.: Preguntar lo trivial a partir de lo significativo.
Salsipuedes
EE: Y además está el azar, no podían dejarlo por fuera.
G.M.: Hubo cambios cosméticos al tablero original, pero un cambio importante fue la adición de las casillas de Salsipuedes. Desde el principio vimos que había que añadir algo de suerte al juego.
EE: Las casillas de Salsipuedes te dan derecho a tomar cartas que te ayudan a avanzar o te retrasan.
G.M.: El azar es un factor de equilibrio. Tú no quieres que el más «sabiondo» gane siempre. A veces va a tener mala suerte y le van a salir tarjetas de Salsipuedes que lo atrasan. Otro factor de suerte es que realmente hay preguntas más fáciles y otras un poco más complicadas.
EE: ¿Y cómo decidieron el nombre de estas cartas?
G.M.: Tenía que ser algo que todo el mundo percibiera como netamente panameño. Mi idea original era que se llamara «Juega vivo». Luis tenía dos argumentos en contra. El primero es que la connotación de «Juega vivo» no es buena y eso es válido. El segundo, que Salsipuedes se podía representar iconográficamente de una manera más fácil. Otro nombre que consideramos fue «Gallo tapao», porque es eso: tú no sabes lo que viene. Es una expresión muy panameña. Pero esa era una pregunta que queríamos para «Si soy panameño sé». Es una categoría donde hay muchas preguntas que tienen ese tipo de «curvas» para que la gente se ría. Había que ponerle cierto humor al juego.
Calidad, precio y flexibilidad
EE: ¿Y la fabricación?
G.M.: Investigamos la posibilidad de fabricar en cinco lugares diferentes. Queríamos buscar la mejor relación calidad/precio y necesitábamos algo de flexibilidad en la fabricación. Se exigen ciertos mínimos de producción y algunos eran más altos de lo que requeríamos. También necesitábamos alguien que tuviera la capacidad de fabricar cantidades adicionales en poco tiempo porque nosotros no estábamos dispuestos a tomarnos un riesgo tan grande sobre la producción original. La escogencia tuvo mucho que ver con que la fábrica está aquí al lado, en Colombia. Traer por avión el producto es factible en términos de costo, y no es demasiado demorado traerlo por barco. En una semana está aquí.
Pura lógica
EE: ¿El juego funciona para un grupo de personas de diferentes edades?
L.H.: Hay preguntas que van a ser fáciles para un muchacho que esté en la escuela y difíciles para una persona de la edad de nosotros. Por otro lado, hay preguntas que son más fáciles de contestar para una persona de 30 o 40 años, que para una persona que esté en secundaria.
G.M.: Muchas preguntas simplemente las contestas con deducción. Sólo hay que seguir las pistas dentro de las preguntas. Se vuelve más un tema de pensar que de conocer. La razón de ser es que el juego tiene que ser divertido y, si uno siente que es bruto, pues no se divierte.
EE: Son más de 1,500 preguntas. ¿Tienen alguna preferida?
L.H.: Tinaco. Esa es mi pregunta preferida. ¿Por qué los tinacos se llaman tinacos sólo en Panamá? No lo sabía.
G.M.: En esa palabra encuentras de manera inesperada la influencia de la presencia americana en Panamá. Para mí es difícil elegir mi preferida. Hay un montón de preguntas en cada categoría… Me gusta la pregunta acerca de la razón por la que el árbol «Espavé» recibe ese nombre.
EE: Al final del día, ¿encontraron figuras que brillaban más o que perdían «esplendor»?
G.M.: Amador, para mí fue la figura más importante de la independencia. Sin embargo, en ningún libro de historia, en ningún lado, aparece de esa forma.
L.H.: Sólo sabes que fue el primer presidente de Panamá y punto.
G.M.: Tener 69 años y arriesgar lo que se ha hecho en toda la vida por un ideal… Eso tiene mucho mérito. El hecho es que en esa época te fusilaban sin preguntarte dos veces. Te expropiaban todos los bienes familiares. Tu esposa quedaba en la calle. Y no era nada raro porque en ese momento eras un traidor. El tenía una buena vida, era el médico del ferrocarril, tenía un salario decente. Dentro de los estándares de vida de Panamá era de los que mejor vivía, y tomó ese riesgo. Y, además, tuvo la gran sabiduría de zanjar las diferencias entre conservadores y liberales. En el juego hay preguntas que hacen que uno caiga en cuenta qué tan importante fue Amador.
Fotos: Ariel Atencio.