Cuerpo y Alma

Los años dorados: la vida en pareja después de la jubilación

Muchas parejas llegan a retirarse sin saber qué hacer, qué esperar, o cómo su vida individual y marital se verá afectada por la jubilación. La idea de pasar más tiempo en pareja puede parecer romántica, pero la realidad es que el estrés que genera esta transición en ocasiones separa, en vez de unir, a los cónyuges. Por esto, es esencial que cada matrimonio aprenda a crear un balance que le permita mantener su individualidad y, a la vez, desarrollar su intimidad luego de la jubilación.

Hay diversas áreas de potencial conflicto que deben ser abordadas. Por ejemplo, para las parejas en las que los niños o el trabajo han sido el centro de su relación, la transición a la jubilación puede ser mucho más dura que para aquellas que han podido mantener las cosas en perspectiva y conservar un interés mutuo a lo largo de los años. Otra discrepancia podría surgir acerca de la cantidad de apoyo que se espera que compartan los esposos en las labores de la casa. A menudo, la esposa asume que el marido estará dispuesto a colaborar más en las tareas del hogar; mientras que él tiene otros planes. Otras veces, una esposa acostumbrada a manejar la casa sola enfrenta su peor pesadilla al tener que empezar a compartir las decisiones con su recién retirado cónyuge.

Cuando el esposo es el que se jubila primero también pueden ocurrir problemas de ajuste: ahora él tiene mucho tiempo libre, en tanto que ella todavía está activa. Manejarlo juntos es crucial para superarlo correctamente. Tal fue el caso de mis padres, quienes descubrieron intuitivamente la importancia de reacomodar los roles y responsabilidades del manejo de la casa en esa nueva etapa.

Es verdad que existen muchas parejas que se ajustan a la jubilación exitosamente. Al parecer, cuanto mejor sea su relación y más capacidad de diálogo tengan antes de la jubilación, menor será el estrés de acostumbrarse a ella. Pero, por si acaso, he aquí algunos tips que pueden poner en práctica para manejar con éxito esta transición:

  • Denle importancia y hablen de la jubilación. No hay peor forma de prepararse para la jubilación que no hablando de ella. Lo contrario es lo correcto: siéntense uno frente al otro y conversen acerca de sus expectativas, de sus fantasías y de sus miedos.
  • Revisen y adapten las responsabilidades y papeles de cada uno en la casa. Las parejas que manejan bien la jubilación son capaces de ser flexibles para ajustarse a las condiciones cambiantes que trae esta nueva etapa de vida.
  • Mantengan los límites entre lo que hacen juntos y lo que hacen separados. Las parejas tienen que mantener cierto grado de conexión-separación para no aburrirse o molestarse, ni para distanciarse y desconectarse entre sí. Hablen de cuánto tiempo quieren pasar juntos, sean francos el uno con el otro, y sean empáticos.
  • Respondan, no reaccionen ante su pareja cuando no cumple sus expectativas. Dejen que el agua se aclare y el lodo se asiente en el fondo antes de hablar. Cuiden la relación y protéjanla de peleas estériles e innecesarias.
  • Vivan en el presente. La jubilación no es momento para vivir del pasado. Involúcrense en su vida tal y como ella es.
  • Acepten con dignidad y hasta con humor las limitaciones que se puedan presentar. Esfuércense por ver el vaso medio lleno.
  • Amplíen sus redes sociales desde antes de la jubilación. Retomen sus viejas amistades y evalúen en qué actividades pueden participar en la comunidad.
  • Desarrollen su intimidad. Háganse más amigos. Salgan a comer una vez por semana, desarrollen nuevas rutinas sólo para ustedes dos. Conversen abiertamente de todo.

Los años después de la jubilación serán más o menos placenteros dependiendo de la preparación, el compromiso y la sabiduría con que nos aproximemos a ellos. En la medida que tengamos paciencia, persistencia, entereza y flexibilidad para encontrarnos con nuestra pareja, reflexionar sobre nuestra vida y alimentar nuestros intereses, esta etapa será realmente, para ambos, los años dorados.

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Autores invitados

Carlos A. Leiro P.