Mercados de pulgas y recovecos afines…
Para mirar, para comprar, para curiosear, para fascinarse, para “engramparse”, para coleccionar, para rebuscar, para encontrar, para salir del recorrido con tesoritos memorables o con chécheres innecesarios. Para eso y más, existen los
Uno de mis más tempranos amores fue Salsipuedes. Aún me magnetiza con sus cintas de colores de satín, trenzas de mentira para la niña que tiene que bailar “enmontunada”, números de Vanidades de décadas pasadas, manuales de ejercicios de Charles Atlas, pócimas para el mal de ojo, y al asomarse la luz “al final del túnel”, carretillas de buhoneros con frutas y vegetales…
“Sal si puedes”: la frase bien podría ser un reto para cualquier amante de los mercadillos, de sus objetos inusuales, “vividos”, que tienen la capacidad de convertir un día cualquiera en un día de gloria… Porque para quienes “tripeamos” la experiencia de recorrer mercados, sus gentes, puestos y vendutas, nos atraen como imanes… y los laberintos de sus fascinantes conjuntos e historias, resumidas a veces en un cofre pintado a mano por la abuela de un desconocido, o en una lámpara kitsch que alguna vez colgó sobre un bar remoto, no nos dejan escapar fácilmente de sus adentros.
De paseo antropológico
Los mercados de pulgas, buhonerías populares y mercados artesanales son como grandes entes con vida propia… Al alba, los encargados de los puestos van apareciendo con sus cargamentos de “colecciones excéntricas”, artesanías, antigüedades, prendas de segunda, en fin… Toldas se van abriendo, mientras calles se van cerrando, y lo que un día era un lote vacío o una galera inanimada, al siguiente se convierte en una gran feria llena de personajes peculiares y un público asiduo y recurrente, que se mezcla con turistas, trotamundos, artesanos y coleccionistas.
Todo esto para, en esencia, hacer algo que por siglos hemos hecho los humanos: intercambiar algo que tenemos, por algo que queremos. Y la belleza de hacerlo en un mercado de pulgas es que añade un encanto y una singularidad en la experiencia en sí, que nuestra manera típica y contemporánea de consumir en malls y tiendas por departamento nunca tendrán. La riqueza cultural y artística que se conjuga en cada uno de estos mercados hace que recorrerlos sea mucho más que una búsqueda de material deseado; hace que sea, más bien, un paseo para el deleite de los sentidos.
Colecciones y coleccionadores
Recorriendo los mercados de pulgas, se hace evidente la pasión de tantos por “coleccionar”, tanto de quienes ofrecen, como de quienes buscan. Usualmente, los puestos de venta se “especializan” en un tipo de artículo. Podemos encontrar un puesto que ofrece únicamente los elepés de música pop de los 80, al lado de un puesto que sólo vende botellas antiguas. Siempre me ha resultado intrigante ver las colecciones que logra acumular la gente: fotografías antiguas de extraños, tipos de imprenta manual, libros de algún género, pines, máquinas varias del año de la pera (teléfonos, telégrafos, tocadiscos…), espejos, cucharas, en fin…
En un Farmer’s Market -ferias que hacen las comunidades granjeras- en Virginia, conocí a una pareja que coleccionaba y vendía cajas comerciales antiguas de madera (de las que se usaban en siglos pasados para transportar mercancía en los barcos, por ejemplo). Fue tal mi fascinación con el tema que, aparte de comprarles varias cajas en una serie de ferias de la región, empecé a coleccionar yo también este tipo de cajones, los cuales hoy día conforman una parte importante de mi mobiliario doméstico (los uso modularmente formando estanterías y rincones que despiertan curiosidad y albergan, a su vez, pertenencias más pequeñas).
Buscando “ese algo” que no existe en anaquel alguno
En los mercados de pulgas, la mayoría de los objetos que encontramos, bien sea, son únicos, o de escasas existencias -muchas cosas que ya no se fabrican o comercian-, o son artículos creados por artesanos y/o artistas. Esto hace que “buscar, curiosear y comprar” en los mercados de pulgas, brinde una sensación de encuentro con un “tesoro”: la hamaca que no habíamos visto en otro lugar, las matriushkas (muñequitas rusas que van una dentro de otra) re-culturizadas, pinturas decorativas, brazaletes, el aparador restaurado que siempre soñé, el traje vintage que nos recuerda a alguna película italiana “sesentera”, o las letras del abecedario pintadas por un artesano de América del Sur.
¿Y por qué “de pulgas”?
Existen varias teorías sobre el origen del término “mercado de pulgas”. Según http://ididnotknowthatyesterday.blogspot.com éste es uno de esos términos cuyo origen es casi imposible de determinar con certeza. La teoría más popular propone que el término es una traducción literal del popular y original Marché aux Puces, gran bazar en el norte de París, que a su vez heredó dicho nombre por las prendas, según rumores infestadas de pulgas, que allí se vendían desde finales del siglo 17.
![]() He convertido la visita a un mercado de pulgas en una actividad imperativa durante cualquier viaje que tengo la oportunidad de realizar. Hasta ahora, sigue siendo para mí una actividad efervescente y llena de sorpresas, cuyos recuerdos comparto a continuación:
Washington D.C. y alrededores Eastern Market • Lo que para cualquiera podría ser un “very nice sunday” Es: Un amistoso e histórico mercado en Capitol Hill, con una estructura física fija -fue creado a finales del siglo 19 y ha operado como tal desde entonces- alrededor de la cual los domingos se arma una agradable conglomeración de puestos adicionales. Georgetown Flea Market • Por favor, ¡alguien consígame un camión! Es: Un pequeño mercado en una esquina desocupada del barrio de Georgetown, donde se encuentran fantásticos artículos para crear espacios encantadores. |
Londres
Portobelo Rd. Market • Clase y deslumbramiento Es: Una experiencia vital para los amantes de los mercados y una parada imperativa durante un viaje de placer a la clásica ciudad de los double-deckers. Camden Market • Florecitas rockeras y jackets de cuero Es: Informal, alternativo, con actitud irreverente, y un enfoque contemporáneo. Madrid El Rastro • Nostalgia y autenticidad Es: Utilitario, práctico, extenso, entretenido, tradicional. Barcelona Las Ramblas • Turistas, conglomeración y efervescencia Es: Un punto de referencia dentro de la cuidad, y una tira larga de puestos cuyo recorrido termina a un cruce de calle del mar. Bangkok (afueras) El mercado flotante Damnoen Saduak • ¡De postal total! Es: Como varios otros mercados flotantes (‘Talaat Naam’) en los alrededores de Bangkok, con los cuales comparte la peculiaridad de funcionar a base de canoas y a través de canales de agua donde intercambian vendedores y visitantes. Sunday Market • Algarabía y caos asiático… fascinante Es: Un mercado dominical bajo varias estructuras semicerradas, tipo “jardín de pindín” panameño. Buenos Aires Feria de la Recoleta en Plaza Francia • Simpático paseo Bonairense Es: Una feria de fin de semana (de jueves a domingo) principalmente de artesanías y creaciones regionales. Roma Mercado de Portaportese • Bulla, regateo y otras bellezas de Italia Es: Amplio, variado, y saturado, con puestos en toldas, mesas y hasta en el piso (uno de los recuerdos que más conservo es ver metros, de metros, de metros de objetos desplegados en el piso a la intemperie). Panamá Mercado de Pulgas del Casco Antiguo • Encantador Es: El primer domingo de cada mes en el Parque Catedral, y para qué contarte lo especial y agradable que ha resultado, si lo puedes visitar pronto. Allí nos vemos. |
Fotos (en orden descendente):
Paul Panayiotou / Grand Tour / Corbis
Michael John Kielty / Corbis
Dennis Marsico / Corbis
Patrick Ward / Corbis
Franz – Marc Frei / Corbis