Cultura y Gastronomía

Todo cuenta

Un recorrido por las iglesias de nuestro Casco Antiguo nos abre los ojos ante una realidad inverosímil. El empeño por rescatarlas es admirable.

Puertas de la iglesia de San Francisco en proceso de restauración. Al fondo, el magnífico altar de mosaiquillo.

Penetrar en las entrañas mismas de las iglesias que por varios siglos han servido de refugio a los católicos de Panamá es un privilegio. Entender cómo y por qué fueron construidas, cómo y cuándo sufrieron catástrofes que dejaron solo vestigios remotos de su existencia, y entender su significado y valor para el país es información que todos deberíamos conocer.

No la conocemos. Sabemos que en el Casco Antiguo hay cinco iglesias: la Catedral Metropolitana, la iglesia de San Francisco de Asís, la iglesia de La Merced, el Oratorio San Felipe Neri y la iglesia de San José, mejor conocida como «la del altar de oro». Sabemos que algunas llevan meses -e incluso años cerradas-, pues su estado es tan deplorable que permitir la entrada de los feligreses sería una irresponsabilidad; sabemos, que no sabemos, cómo se mantienen en pie ni quién lleva a cuestas su conservación y mantenimiento; sabemos que son joyas, pero jamás nos hemos ocupado de su cuidado. Y al hablar en primera persona del plural me refiero a todos los panameños que de una forma u otra somos responsables por la conservación de nuestro patrimonio.

A la cabeza del proyecto de restauración de las cinco iglesias del Casco Antiguo, Ricardo Gago, entregado en alma, vida y corazón.

El panorama es triste y deprimente, pero siempre hay personas que no pueden quedarse viendo los toros desde la barrera y que ante un reto salen al ruedo con capa y espada. Literalmente. Llámese casualidad o buena suerte, pero el Casco Antiguo es un sitio que por años ha causado fascinación a Ricardo Gago Salinero. Lo conocemos por su estrecha relación con el Museo del Canal Interoceánico y las piezas de su colección que le ha donado. A partir del 15 de agosto de 2013 se colocó un nuevo sombrero: el de presidente del Comité Amigos Iglesias Casco Antiguo.

Hoy vemos movimiento en todas las iglesias, excepto en la de San José, pues para tan solo empezar a limpiar se requiere un estudio de restauración y aún no se ha hecho.

Le acompañan en la monumental tarea Vicente Pascual, Mario Lewis, Julieta de Arango, Manuel Choy, Ricardo González de Mena y fray Javier Mañas García. Quizás esta oración debía terminar «y todos los panameños».

Dicen que «el Señor trabaja de forma misteriosa» y podemos comprobarlo al seguirle la pista al nombramiento de Gago a la cabeza de este proyecto. Él fue a una boda en la iglesia de San José. Llegó temprano y se puso a curiosear. Descubrió que detrás de las flores y el aire acondicionado que malamente funcionaba había toda una maraña de problemas y ofreció su ayuda a las religiosas sanchinas encargadas de la iglesia. Ellas -cree Ricardo- le comentaron a monseñor José Domingo Ulloa, quien no dudó en llamarlo y así un milagro condujo a otro hasta que la rueda empezó a girar.

Hoy vemos movimiento en todas las iglesias, excepto en la de San José, pues para tan solo empezar a limpiar se requiere un estudio de restauración y aún no se ha hecho. Desde que el Comité empieza a funcionar, Ricardo Gago guía cada fin de semana a todo el que se quiera apuntar por los pasajes secretos y la historia de nuestras iglesias del Casco Antiguo con la esperanza de contagiar a otros de su pasión por el proyecto y, por supuesto, conseguir donantes para completar tan monumental obra.

Vista de la ciudad desde la torre del campanario de la iglesia de San Francisco.

El campanario de la iglesia de San Francisco ofrece al visitante un panorama fantástico del Casco Antiguo, la nueva ciudad de Panamá y el mar que la baña.

La gira minuciosa que nos ofrece Gago empieza en la iglesia de San Francisco de Asís. «Siempre ha sido muy querida entre la feligresía», acota Ricardo, «y pensamos que sería ideal que se puedan volver a celebrar bodas, conciertos y otros eventos allí». Cada día de trabajo no solo acerca la iglesia a su antiguo esplendor sino que sorprende a sus padres adoptivos con regalos inesperados. Una visita al sótano siguiendo la ingente luz de la linterna de un celular nos lleva al pedazo original de las murallas de la ciudad sobre el cual se sostiene parte de la iglesia. Un pedazo de pared sin repellar sirvió de guía para descubrir la sacristía que perteneció a la primera iglesia que habitó el lote y allí podemos ver claramente los huecos en que se afincaba una escalera que subía al mezzanine.

Una visita al campanario nos regala una vista de 360° de la ciudad y sus límites, por allá con el «mar océano», como promulgaban los españoles, y por acá con la tercera versión del asentamiento, que era conocido por su abundancia de peces y mariposas. Por supuesto, que en nuestro recorrido no podíamos dejar de ver la famosa canaleta diseñada por el arquitecto Leonardo Villanueva y que se comunica con el hueco desde donde caen pétalos de rosas perfumados justo frente al altar y sobre las parejas de novios al sonar la primera nota del Ave María. El problema es que el techo de tejas se sostiene únicamente por el concreto que las une, pues toda la armazón original pasó a la historia víctima de la humedad y la polilla.

En San Felipe Neri ya se empezaron a celebrar misas todos los domingos a las 12:30 p.m. Fue restaurada por Ángela Camargo.

En el altar de la familia Brin, dedicado a Santa Teresita, vemos la frase tan conocida de la santa en la que promete derramar muchos beneficios sobre la humanidad usando la metáfora de los pétalos de rosa. Y se sabe que el de la familia Recuero, dedicado a San José, está consagrado para dar misa por las cinco cruces latinas y el albergue vacío donde estuvo la reliquia. La iglesia de San Francisco, al igual que otras del Casco Antiguo, fue destruida por los dos grandes fuegos que azotaron la ciudad y la última reconstrucción se realizó en 1918. El altar de mosaiquillo fue armado pieza por pieza por don Dulcidio González (q.e.p.d.) luego de que perdiera el cartón que lo mantenía unido durante la travesía en barco desde el viejo mundo. Por seis meses trabajó incansablemente para que la Purísima y los mártires jesuitas y franciscanos vivieran en franca armonía en la pared del altar.

En la iglesia de la Merced se empiezan a asomar sus elementos originales tales como el techo y las columnas de madera.

En un cuarto se alojan temporalmente estatuas grandes y pequeñas que están en proceso de ser restauradas y colocadas en las iglesias donde deberían estar, pues la migración de «santos» ha sido enorme y se quiere devolverlos a sus hogares originales.

El oratorio de San Felipe Neri, por su parte, será sometido a trabajos de limpieza y adecuación y, una vez terminadas las otras iglesias, se realizarán las restauraciones pendientes, ya que esta iglesia fue restaurada por la experta Ángela Camargo entre 1995 y 2003 y las obras todavía se mantienen. Se adecuaron puertas de vidrio antes de las puertas de entrada para protegerla de la humedad y mantener la temperatura correcta en su interior. En esta iglesia se celebra misa cada domingo a las 12:30 p.m.

Altar lateral en la Catedral Metropolitana. Nótense las ratas en los extremos de la base. Llegaron dos de regalo, pero uno desapareció.

La Merced es también una iglesia viva y los trabajos de restauración ya se habían iniciado cuando el Comité tomó posesión, gracias a los buenos oficios de fray Javier. Hace poco estrenó campanas y en su interior se conservan las que se cree son las campanas más viejas de América, fechadas en 1238. Quedarán en exhibición para los visitantes. En esta iglesia conviven junto con los registros de nacimientos, bodas y defunciones, unas columnas de madera que se descubrieron luego de remover un recubrimiento de concreto y mosaico que se les había aplicado en alguna restauración hecha «siguiendo alguna moda», altares secundarios de los siglos XVIII, XIX y XX, un nuevo altar estilo morisco que se instaló luego que el original se quemara. Sus piedras eran parte de las paredes de su predecesora en la ciudad de Panamá la Vieja y fueron traídas en cayuco luego de su destrucción por el pirata Morgan.

 

Altar «de oro» de la iglesia de San José. Estuvo originalmente en la primera ciudad de Panamá. Cada vez queda menos del pan de oro que originalmente lo recubría.

Al recorrer la Catedral, imponente, muda, soportando estoicamente las «mutilaciones» de que ha sido objeto a través de los siglos, la tristeza aumenta. Con un piso de cemento llaneado que se terminó a finales del siglo XVIII y una construcción original, que por la mala calidad de su materia prima nos recuerda que nuestro país era pobre y sus edificaciones austeras, se muestra casi desnuda y a ratos disfrazada como si fuera para un baile de carnaval. Nos impacta lo que vemos y lo que ya no está: los siete escalones que llevaban al altar -representando las siete virtudes cristianas- que hace años fueron reemplazados por un piso armado con lápidas de mármol que guardaban la historia de nuestros antecesores y que fueron pulidas para borrarla; las pilas bautismales duermen en pedazos en una especie de cueva detrás del altar que parece de mármol, pero es de cemento; de los dos altares que donaron los hermanos italianos, que sobrevivieron el naufragio de su barco regresando de una jornada de pesca de perlas gracias a las ratas que invadieron la cubierta, solo queda uno. En su base, talladas con cuidado, apreciamos las ratas salvadoras. Los trabajos de restauración tomarán por lo menos cinco años, si es que se consiguen los quince millones de balboas que se necesitan para terminar el trabajo.

Obvios signos del deterioro que sufre el altar de la iglesia de San José. Será la última restauración, pues falta el estudio preliminar.

Terminamos la gira en la iglesia de San José. Nos enteramos de que su frágil alambrado eléctrico -que data de 1915 – está a punto de colapsar y ocasiona gastos enormes, pues más del 40% de la energía se pierde entre sus cables carcomidos por el tiempo y la humedad. Supimos que la pared detrás del altar permite que entren ríos de agua cada vez que llueve poniendo en peligro la estabilidad del altar, que con mucho esfuerzo trasladaron a la nueva ciudad los Agustinos Recoletos desde Panamá la Vieja, y que ya ha perdido gran parte de su pan de oro y pide a gritos un poco de cariño. Se salvó de los piratas, no sabemos si se salvará de la desidia.

Más de tres horas pasamos escudriñando en el pasado de nuestra nación, reconociendo personajes de la historia en las malogradas lápidas, soñando con volver a ver a cada una de las cinco iglesias servir de punto de reunión de feligreses y turistas, alimentando la esperanza de que todo el que pueda colabore con esta obra pues, como afirma Gago, el trabajo no termina cuando las iglesias estén restauradas, la responsabilidad del Comité es proveer los medios económicos necesarios para su mantenimiento en el tiempo, en los cientos de años que esperamos que Panamá recorra como nación.

LO QUE CUESTA

Iglesia San Francisco de Asís B/. 2,000,000.00
Catedral Metropolitana B/. 15,000.000.00
Iglesia de la Merced B/. 3,500.000.00
Iglesia de San José B/. 250,000.00
Oratorio San Felipe Neri B/. 100,000.00
¿CÓMO DONAR?

Tu depósito directo a cualquiera de estas cuentas corrientes en Banco General será bien aprovechado y es deducible de impuesto:

Restauración Catedral   Cta. No. 0343010891005
Restauración San José Cta. No. 0343010890987
Restauración San Felipe Neri Cta. No. 0343010883758
Restauración San Francisco Cta. No. 0343010891437
Restauración La Merced Cta. No. 0343010890990

 

TODOS PODEMOS AYUDAR A LA IGLESIA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS

18,000 tejas B/. 10.00 c/u
Reparación de bancas B/. 250.00 c/u
14 estaciones del vía crucis B/. 500.00 c/u
20 ventanas de 2 hojas B/. 4,000.00 c/u
4 puertas de madera superiores B/. 2,000.00 c/u
Imagen de San José B/. 1,000.00
Imagen de San Francisco de Asís B/. 1,000.00
Imagen de la Santísima Trinidad B/. 1,500.00
Imagen del Sagrado Corazón de Jesús B/. 1,800.00
Imagen de Cristo Crucificado B/. 1,400.00
2 ángeles B/. 450.00 c/u
ENTRETEJIDAS EN NUESTRA HISTORIA

·  San Francisco de Asís
La primera construcción se concluyó en 1674. Es destruida por los incendios de 1737 y 1756. Se restaura en 1761. Se vuelve a abandonar y en 1918 se realiza la construcción de cemento, arena y hierro.

·  San Felipe Neri
Se estima que se inauguró en 1688.

·  Catedral Metropolitana
Se inicia la construcción en 1688 y se consagra en 1796.

·  Iglesia de la Merced
Se empieza la construcción en 1673 pero debe ser abandonada temporalmente por falta de fondos. Las obras se concluyen en 1680.

·  Iglesia de San José
Se inicia la construcción en 1671 y se termina en 1677.

Fotos:
Francisco Málaga

 

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Autores invitados

Julieta de Diego de Fábrega

Colaborador de revista En Exclusiva